top of page

NO ERES TÚ, ES EL VIRUS! COMER CON LAS EMOCIONES ALTERADAS EN TIEMPOS DE CUARENTENA.

Lo que importa no es lo que sucede… sino cómo respondemos a lo que nos sucede. Epicteto (Filósofo).


ree

La comida es recompensa natural que nos genera automáticamente placer. Por tanto, utilizar la comida como una forma de regular el estado de ánimo y como forma de responder a emociones es algo habitual y que, sin duda, puede ser mucho más recurrente en los tiempos que corren. Sin embargo, las consecuencias de abusar de esto, casi siempre son la ganancia de peso y posiblemente sentirnos peor.


Comer por aburrimiento, comer por ansiedad, comer por estrés, comer por tristeza, comer para evadirse, etc. no necesariamente implica comer porque lo necesites.

La alimentación emocional se define como la tendencia a comer en respuesta a emociones que nos hacen “sentir mal” como la anteriormente mencionada ansiedad, irritabilidad, aburrimiento, etc. o al propio estrés. Si antes comentábamos que los alimentos son una recompensa natural, deberíamos matizar que no todos los alimentos presentan el mismo “valor hedónico” o estímulos placenteros (lo que se conoce por palatabilidad). En este influyen aspectos como la mezcla de ingredientes: grasas, azúcares, sal, etc.; así como las texturas, sabores y aromas. Lógico pues que, ante situaciones incómodas para ti, un ultraprocesado disponible en casa posiblemente acabe por ser consumido antes que una fruta.


Cualquier cosa, desde el estrés laboral, familiar, preocupaciones financieras, la incertidumbre sobre el futuro, preocupación por la salud o bienestar de otros (o por la propia), problemas personales, o incluso, un virus sobre el que no conoces nada y que te despierta preocupación puede llevarte a un episodio de comer de forma emocional. Por supuesto, los antojos por alimentos específicos son aspectos clave de esta hambre emocional.

Debido a que no es fácil combatir este tipo de hambre cuando aparece (por lo menos al principio), lo mejor seguirá siendo anticiparse y eliminar tentaciones de nuestro entorno (sea casa, oficina, etc.)

Pero ¿Qué otras cosas podemos hacer para combatir esa hambre emocional?

  1. Introspección. Antes de comer, presta especial atención a cómo te sientes (¿Estrés, ansiedad, aburrimiento?) ¿Justifica esto la decisión de comer que tenía? ¿Cómo me sentiré después de hacerla? ¿Merecerá la pena el placer efímero? ¿Desaparecerá el problema que tengo?

  2. Escribe cómo te sientes antes y después de las comidas en un diario y registra la emoción que puede estar detrás de ello. Puede que te ayude a posteriori.

  3. Céntrate en una alimentación positiva basada en comida real. Cambia de perspectiva hacia la comida. No utilices la comida como un premio o como un castigo. La comida es, en primer lugar, para que puedas nutrirte. No la utilices como fuente de placer exclusivamente.

  4. Evita comer directamente desde el envase. Pon el alimento en un plato y cómelo desde ahí. De esta forma, será más fácil ser consciente de las cantidades.

  5. Cocina. Preparar tus propios platos hará que tengas un mayor control sobre lo que comes y quizás ejerza como una distracción frente a lo que ocurre.

  6. Establece horarios regulares de comidas. Esto quizás te sirva para reducir picoteos innecesarios. En general, mantén unos horarios regulares para todo (descanso, trabajo, deporte, ocio…)

  7. Mantén una buena hidratación. Utiliza también café e infusiones entre horas.

  8. Muévete. Al igual que cocinar, el movimiento y el entrenamiento pueden ejercer como un distractor de lo que sucede. Beneficios aparte incluyen “evitar el sedentarismo”. Muévete siempre que sea posible y evita largo tiempo sentad@

  9. Utiliza fuentes de placer alternativas a la comida. Lee, escribe, escucha música, empieza algún proyecto, disfruta de la compañía de la que no puedes disfrutar en situaciones normales, juega a juegos de mesa, haz video-llamadas, juega con tus hijos o animales de compañía, etc. Hay muchas formas de disfrutar alejadas de la comida.

  10. Establece rutinas de relajación con la meditación, yoga.

En caso de que creas que lo has probado todo y sigues sin poder abordar este gran problema, no duces en pedir ayuda aquí con los especialistas de DIETOP

Un fuerte abrazo.

Referencias:

1. Singh M. Mood, food and obesity. Frontiers in Psychology. 2014;5(AUG):1–35.

2. Hernández Ruiz de Eguilaz M, Martínez de Morentin Aldabe B, Almiron-Roig E, Pérez-Diez S, San Cristóbal Blanco R, Navas-Carretero S, et al. Multisensory influence on eating behavior: Hedonic consumption. Vol. 65, Endocrinologia, Diabetes y Nutricion. Elsevier Doyma; 2018. p. 114–25.





Comentarios


bottom of page